El uso de de internet y las computadoras en educación debe contemplar, además de las meras cuestiones técnicas, una argumentación pedagógica sólida del por qué, para qué, cómo y dónde emplearlas. Bajo los lineamientos básicos del paradigma fundado en las primeras décadas del siglo pasado por Lev Vygotsky, afirmamos que la red de redes es un instrumento sociocultural que, dependiendo de su uso e integración educativa, puede ayudar a determinar o no el desarrollo de nuestra sociedad y de las personas que la componemos; es decir, los cambios cualitativos hacia un mejor nivel de vida.
La historia de la humanidad puede ser explicada y contada desde la invención y perfeccionamiento de las herramientas técnicas al servicio de los hombres, o por lo menos al servicio de los hombres que las poseyeron.
El estudio y comprensión de estas herramientas nos señalan también las formas en que los seres humanos nos hemos interrelacionado y hemos instituido sociedades. Y así, al analizar las relaciones colectivas, podemos también reconocer cómo se desarrollan los individuos a lo largo de las diversas fases históricas.
Desde esta perspectiva, las interacciones sociales que dan pie a la construcción social del individuo, son influidas y están siempre imbuidas por los adelantos tecnológicos en boga. Y marcan desde la manera en que se genera y distribuye la riqueza, cómo se definen y fundan los estados, naciones o países, la religión o la forma de educar.
Internet, una de las herramientas tecnológicas por excelencia de nuestro tiempo, es un ejemplo tangible de todo esto. Y su principal tasa de cambio es sin duda la información, que en nuestro contexto cultural se ha convertido en un producto de consumo; indispensable en nuestra sociedad. Por medio de las computadoras conectadas entre sí a través de una red mundial podemos transmitir y recibir gigantescas cantidades de datos, y tomar decisiones o realizar acciones de nuestra vida cotidiana que marcan una gran diferencia entre quienes saben usar estas herramientas, y las utilizan; y entre quienes o no tienen acceso a ellas, o no las han incorporado a su entorno como
una práctica cotidiana, sobre todo en los países pobres.
Tales innovaciones tecnológicas están destinadas a segmentos poblacionales
económicamente solventes, con lo cual se genera una brecha digital; una característica más dentro de las desigualdades económicas y sociales de nuestro globalizado tiempo. Tal como lo indica Luis Hortolano:
Internet es el gran vehículo para intercomunicar culturas, pero llega bajo la impronta de la cultura americana y del idioma inglés, del predominio del valor del mercado sobre todas las cosas, de la entronización del poder económico por encima de cualquier otra fuerza… la expansión de los sistemas telemáticos no se ha hecho atendiendo al criterio de propiciar la comunicación entre todos los humanos, de generar un mayor conocimiento entre culturas, de permitir a los pobres acceder a la información, sino que se han expandido sólo entre los sectores solventes de la sociedad porque se han generado en el seno de empresas que, como tales, buscan el beneficio (Hortolano, 1999).
Como es de suponerse, bajo esta perspectiva las disparidades entre las naciones y dentro de cada una de ellas se amplían, pues si tomamos en cuenta que la información además de mercancía se convierte en instrumento valioso para tomar decisiones, estos medios que la transmiten se convierten en centrales para el poder dominante:
El poder y la prosperidad surgen de los grupos que han acumulado los conocimientos más valiosos en la identificación y resolución de problemas. Estos grupos se pueden encontrar cada vez con más frecuencia en muchos lugares del mundo, además de Estados Unidos. A medida que se acortan las distancias en todo el planeta, a través del progreso en las telecomunicaciones y el transporte, los grupos creativos en una nación están en condiciones de unir sus capacidades con los de otros países, a fin de ofrecer el mayor valor posible a los consumidores de casi todo el mundo. El nexo entre los distintos puntos estratégicos de la red mundial son las computadoras, los aparatos de fax, los satélites, los monitores
de alta resolución y los módems, todos los cuales relacionan a los diseñadores, ingenieros, contratistas, concesionarios y vendedores de todo el mundo (Reich, citado por Trejo, 1995).
Esta brecha digital que se manifiesta en la capacidad de acceder, usar, manejar y apropiarse de las tecnologías de la
información y la comunicación (tic), de a cuerdo a la clase social, o de la región económica mundial a la que se pertenezca,
contrariamente a lo que se proclama desde los círculos dominantes como integración mundial o globalización, en realidad
limita el intercambio sociocultural entre naciones e individuos, lo cual repercute en un desarrollo social cada vez más desigual. Aplaza además la integración real de los países pobres frente al mundo industrializado.
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Tinajero Fuentes, Ezequiel (2006). Internet y computadorasen educación: una visiónsociocultural. Apertura, 6(4),90-105.[fecha de Consulta 1 de Agosto de 2020]. ISSN: 1665-6180. Disponible en: https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=688/68800408.
Última revisión del vínculo: 2017/03/25.