Estoy en Villa Coapa. Sentado en una banca del área común. Tomándome un refresco. Y he sido testigo de una anécdota peculiar, por denominarla de alguna forma.
Aquí sentado sin meterme con nadie, divagando acerca de la trascendencia filológica- ontológica de la nada y un par de calcetas blancas; un grupo de vecinos, 8 personas; decidieron realizar en mi presencia y sin mediación alguna una reunión vecinal para tramitar una serie de prevendas por demás sospechosistas.
Un par de estas personas se dicen representantes del PRD territorial Coapa-Tlalpan-DF. Ambos ofrecen a los vecinos pintar sus casas- departamentos a cambio de afiliarse al partido. Al PRD.
Y cito a uno de los interlocutores: «venimos aquí a ofrecer un beneficio… un compromiso compartido…»
Inmiscuido en la reunión, en la que participo involuntariamente y como un uninnvited guest, silencioso me entero de estos y otros enjuagues. Sin empacho así los califico.
Continúo citando a los representantes quienes manifiestan: «todos necesitamos de todos».
Por lo que refieren, algunos vecinos accederán y otros incluso ya compraron la pintura…
Bajo la condición de no implicarlos en «mitotes», los vecinos comentan que han hecho listas y afiliaciones previas bajo la misma lógica de negociación y refieren que no les han cumplido con la pinta.
¿Intervengo?¿Denuncio las prácticas clientelares?¿Escupo al piso como señal de asco y desacuerdo? No. Para qué. No vale la pena.
Finalmente y más allá de chismes vecinales, y si el licenciado Cornelio o una tal Adoratriz les han mentido o no; o si quienes llevan la reunión son efectivamente representantes del PRD del grupo de Padierna y su honroso marido, concluyo denunciando que fui corrido de mi banca donde tan en paz discernía sobre la futilidad de las calcetas blancas y fui testigo de una muestra más de la mierda que nos invade. Nos ahoga.
Viva México. Viva la banquita donde me senté hoy. Sí. Solamente a atestiguar.
Ezequiel
En nombre del Tlaconete Vengador.